Demasiado a menudo nos aferramos a las costumbres que tradicionalmente se han ido estableciendo en las formas de actuar cuando pescamos salmón.
Procedemos de manera instintiva y repetitivamente cadenciosa, casi autómata, en lugar de guiarnos por impulsos recurrentes asociados a las circunstancias del momento.
Un clásico paradigma sería el pescador que de manera invariable usa moscas relativamente pequeñas, lanza su línea –casi siempre flotante-, la corrige haciendo mends aguas arriba y avanza un pasito entre cada varada.